La semana pasada, el 24 de octubre, más concretamente, acudí a la presentación del Barómetro sobre la inmigración, celebrada en el Museo Bibat (Vitoria-Gasteiz). Este informe presentaba los resultados de la investigación realizada por Ikuspegi – Observatorio Vasco de Inmigración, centrada en las percepciones y actitudes hacia la población de origen extranjero, en el territorio de Álava y Vitoria-Gasteiz.
Tras un día con tropecientas cosas en Saregune y FreeGasteiz, me subí a la Kutxi para ver qué nos contaban. Lo de ir a charlas, conferencias, informes de investigaciones y demás saraos, siempre han sido una debilidad para mí. Había intentado no hacerme spoiler, y cada vez que veía una noticia al respecto intentaba no leerla entera. Así que más feliz que una perdiz, y más inocente que una adolescente, me planté allí con mi cuadernito de coger notas.
Al llegar…
El balance, al parecer, resultaba alentador en comparación a los resultados recogidos en años anteriores. Ciertamente los datos resultaban positivos, en los que la población alavesa mostraba una visión ligeramente más aperturista. Sin embargo, esto podía resultar una pequeña falsa ilusión, ya que en el momento en el que se comenzaba a profundizar en ciertos temas, los miedos y fantasmas volvían a aparecer.
Los ítems de la investigación y los resultados presentados hacían referencia a los siguientes temas:
1. La llegada de personas de origen extranjero.
2. Efectos percibidos sobre la sociedad receptora.
3. Acceso a derechos y servicios.
4. Modelos de convivencia y espacios de relación.
5. Mantenimiento de pautas culturales.
6. Grado de simpatía.
7. Estereotipos.
8. Política de inmigración.
9. Índice de Tolerancia.
10. Conclusiones.
Al cabo de un rato…
Comenzaron a chirriarme ciertos comentarios, expresiones y formas de comunicar los datos. Desgraciadamente, la perspectiva de género en el lenguaje brillaba por su ausencia en la voz de la presentación (no tanto así en las diapositivas), siendo representada la población vasca (por ejemplo) con el típico “los vascos”, y la población de origen extranjero con la manida forma de “los inmigrantes”. Sin tener en cuenta la sensación de distancia (física, cultural, social…) que generaban este tipo de expresiones. Creando un espacio evidente entre «lo nuestro» y «lo suyo», lo cual me sorprendió tratándose del entorno y el ámbito donde nos encontrábamos, aparentemente sensibilizado culturalmente. Me entristeció la perspectiva instrumentalista. Si bien es cierto que es una realidad que la población de origen extranjero favorece la economía (por la ocupación de puestos de trabajo que la población “autóctona” no quiere) y hace que el índice de natalidad aumente, esta perspectiva obviaba las aportaciones culturales, plurales y diversas con las que contribuyen en la sociedad.
Me fui…
…con sabor amargo. Como comentaba con una compañera del ámbito, el hecho de que los datos den resultados positivos, no significa que no siga existiendo la discriminación racial. Concluyo una vez más que la intolerancia en los tiempos que corren no sólo se encontrará de una forma evidente, o manifiesta. Encontraremos mini-intolerancias, formas más sutiles, que en realidad son súper-intolerancias ya que resultan más complejas de erradicar.
Sin embargo, esto sólo nos da más fuerza para seguir trabajando y seguir dándole visibilidad a realidades diversas y diferentes a las que ya conocemos.
A continuación dejo los descargables del Barómetro 2018, tanto el resumen como la versión completa.
