“(…) cuando te jubiles, haz algo diferente que irte de vinos”

A través del Plan Comarcal de Empleo Joven del Ayuntamiento de Vitoria -Gasteiz, he tenido la oportunidad de presenciar y realizar la evaluación de una sesión organizada por SECOT, asociación vitoriana en pro de la ocupación positiva y saludable del tiempo en el proceso vital de jubilación. En este caso, se trataba de una sesión dirigida a personas trabajadoras del Ayuntamiento, en proceso de jubilación o ya jubiladas.

Y es que parece ser, que a pesar de estar quejándonos toda una vida de que tenemos que madrugar para ir a trabajar, llega un momento en el que pasas de echarlo de más a echarlo de menos. Hábitos, relaciones sociales, estimulación cognitiva, social (y de todo tipo, al fin y al cabo), nuevos retos o rutinas horarias. Queramos o no, nos acostumbramos a esta rutina, aparentemente tan poco atractiva a simple vista. Y si además, se da el caso de que afortunadamente nos encontramos a gusto en nuestro puesto de trabajo, y con las personas que nos rodean en él, resulta que la partida del puesto de trabajo, puede ser traumática o no tan idílica como se ve muchas veces. Como comentaba ayer una persona en la sesión:

«No son vacaciones indefinidas.» 

Es entonces, cuando se identifica esta necesidad por parte de diversos agentes sociales, entre ellos SECOT, y el Ayuntamiento. Con el objetivo de orientar, motivar y presentar alternativas, procede a realizar este tipo de sesiones informativas y también, digámoslo, motivadoras.

Las ideas planteadas fueron tan interesantes como variadas: diferentes puntos y situaciones vitales, preocupaciones diversas, desde miedos verbalizados como

“necesito más información sobre cómo afrontar todo el tiempo que voy a pasar de ahora en adelante con mi familia”

hasta preocupaciones más administrativas, pero no menos importantes, como por ejemplo:

“cómo organizarme la jubilación”

pasando por interés y motivación en invertir tiempo en cuestiones que por falta de tiempo durante la vida laboral, no se han podido hacer. En este punto, se plantearon alternativas diversas, tratando de cuidar tanto la salud física, practicando ejercicio a diario, como la mental, fortaleciendo e intentando crear nuevas relaciones sociales, o formando parte de una entidad no lucrativa, realizando voluntariado.

Varias personas contaron sus experiencias como voluntarios, contando cómo apoyan en diferentes tareas y labores necesarias en las asociaciones, desde acompañamientos, clases de castellano o apoyo en la gestión de la propia entidad. Quienes exponían sus vivencias, concluían de la misma manera al hablar de su labor:

“te vas a casa satisfecho”.

Tengamos en cuenta que estas personas, previamente a su experiencia eran desconocedoras (dicho por ellos mismos) de lo que era “aquello del voluntariado”, y en su día no existía la “cultura del voluntariado” actual, por lo que en ocasiones podíamos percibir cierta “caridad” en lugar de “altruismo”. Por otro lado, también vi necesario un planteamiento mucho más general y global sobre el voluntariado. No sólo se puede hacer voluntariado con personas, también hay animales que necesitan de nuestra ayuda, y hoy día las asociaciones necesitan asesoría y apoyo en ámbitos que difieren a su labor principal. (Y en esto tiene mucho que ver el tiempo convivido cerca del proyecto Batekin, la agencia alavesa del voluntariado, su coordinadora y lo que he aprendido de ella.)

Sin embargo, me resulta agradable observar estas sinergias que se generan. Probablemente puedan ser herramientas y armas mucho más fuertes de lo que pensamos frente a la intolerancia que respiramos en ocasiones hoy en día.

Definitivamente, me quedo con una frase que salió a lo largo de la sesión:

“¡Hay vida después de la vida laboral!”